Encarna Pisonero
El 16 de marzo fallece en Madrid, a los 74 años, el pintor madrileño Ignacio Berriobeña. Obtiene premios importantes desde los 19 años: Becas de Dibujo del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1963; Premio de la Fundación Rodríguez Acosta en 1965; Beca de ampliación de estudios para la Escuela Superior de Bellas Artes de París en 1966; Premio Nacional de Grabado en el 1969 y en 1975; Medalla Nacional de Dibujo en 1968; Premio de Calcografía Nacional de Grabado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Premios BMW de pintura, el “Penagos”, el “Goya”, etc…
Hombre de gran formación -Doctor en Bellas Artes-, dedicado a la enseñanza desde 1972 como Catedrático en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en Sevilla, luego en la Universidad sevillana, y por último Catedrático de Dibujo en la Universidad Complutense de Madrid, desde 1987 hasta su jubilación a los 70 años.
Ignacio Berriobeña, dibujante y grabador indiscutible, y magnifico pintor, era un hombre con una vocación profunda, que le brota en la sangre y en el entorno (padre, hermano, suegro -Juan Barja-, el gran muralista), se dedica a realizar su obra en solitario, al margen de las modas y los círculos de poder, siempre fiel a si mismo. Su pintura es tan peculiar que le hace identificable a la primera observación. Su realismo mágico, de hombres con cabeza de pájaros, de peces, de toros, de reptiles, un mundo inquietante, que bebe en los sueños, en Goya, en el Bosco, y por supuesto en su mundo interior, que más que desvelar insinúa, para que el observador ponga al menos la intuición. Un artista auténtico, que al igual que muchos otros, espera el reconocimiento que él nunca buscó y se merece