Las obras de Álvaro San Román desbordan las pretensiones estéticas y se cargan de ideas, reflexiones, de interrogantes y sugerencias.
Álvaro San Román es un joven fotógrafo que, de forma natural y espontánea, filosofa cuando crea y dota a sus obras de una carga conceptual directamente perceptible, sin necesidad de palabras ni guías interpretativas. Recientemente en una exposición colectiva de ex alumnos de la EFTI, reconocida Escuela de Fotografía, ha presentado unas obras que indagan en el sentido de la identidad.
Una de ellas es un video titulado Prosopon, término con el que, como es sabido, los antiguos griegos designaban las caretas que los actores de teatro se colocaban sobre el rostro para representar a los distintos personajes. Persona, representación, personajes. Pues bien, en esta obra , el artista se sirve de una careta de su propio rostro y, ante la cámara, se va despojando de “n” caretas, una tras otra, y, cuando parece que la secuencia está a punto de concluir y se va a desvelar, a hacer patente la auténtica identidad, se reinicia el proceso.
La identidad no es otra que la de la careta con la que se presenta u oculta al público; una identidad subsumida en la representación, en una sugerente metáfora de la realidad social. Prosopon se acompañaba de unos retratos de gran formato en la que luces y sobras difuminan parte de los rostros, dotándoles de un halo de misterio que probablemente sea el que acompaña a cada persona y la hace interesante y diferente de otras.
Álvaro San Román ha llegado al mundo de la plástica desde el campo de la narrativa y la filosofía y se plantea su obra con un alto nivel de autoexigencia y como un compendio de todas sus aficiones e inquietudes intelectuales.
Roberto Velázquez