La pintura como norte

20 enero 2022

JUAN MANUEL BONET

Vicente Villarrocha (1955-2021)

Pintor zaragozano de la generación de los ochenta, compaginó su oficio con la dedicación a la crítica de arte.

Por el boletín de noticias de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte nos ente­ramos, con cierto retraso, de que el pasado 21 de diciembre falleció en Madrid a los 66 años, y víctima  de un cáncer, el pintor zaragozano Vicente Villarrocha Formado en la Es­cuela de Artes, donde en1973 fue uno de los fundadores de un grupo de nombre tan ex­plosivo como ‘Algarada; y don­ de ya en  la década siguiente impartiría clases de fotogra­ fía, era compañero de genera­ ción y amigo de Sergio Abraín (que lo hizo exponer en su sin­gular espacio Patagallo y lo publicó en ‘zootropo’), Pepe Cerdá o Enrique Larroy. Por aquellos años practicaba una figuración entre expresionista y pop, con mucho extrarra­ dio y mucho grafiti… Con vein­tiún años ya exponía en una sala importante, Atenas. Más tarde lo haría en Libros, la Sala Luzán, Antonia Puyó, el To­rreón Portea, A del Arte o el CDAN de Huesca (en este úl­timo caso, en diálogo con el le­gado de Beulas)…

Pese a la proclamada algarada, en su evolución Villarro­cha tendería a una obra más atemperada y reflexiva, apo­yada en el estudio de los maes­tros de antaño. Como Ramón Gaya, a cuya pintura no sepa­ recía la suya, pero que era uno de sus faros cifraba en Vene­cia su ideal vital y pictórico. Además del ‘Diario de un pin­tor’ del murciano, otras de sus referencias al respecto eran ‘Venecia, la ciudad y el deseo: de Víctor Gómez Pin, y ‘Mar­ca de agua: de Joseph Brodsky. En 2012 tituló una de sus in­dividuales ‘Fondamenta Twombly, título bien expresi­vo de su modo de conciliar mo­dernidad y tradición. Una y otra vez, Villarrocha volvía a la ciudad de los canales, ya fue­ra desplazándose hasta ella (no se solía perder una Bienal), ya fuera viajando con la ima­ginación. Moderno vedutista: esos canales los solía repre­sentar cruzados por puentes que no acaban; por decirlo con el hermoso título de un poe­mario de Moreno Villa. Otro ciclo de su obra se titula ‘La playa de Orán’, y está inspira­ doen el universo de Albert Camus. También tiene cuadros tintinescos. Y algún trabajo en el campo de la escenografía.

Con el tiempo, quien fuera gran letraherido y gran con­versador, poseedor de un no­ tablebagaje cultural tanto en lo artístico como en lo litera­rio, dedicó parte de sus esfuer­zos al oficio de la crítica, que entre otros medios ejerció en ‘Andalán’ y en ‘El Día de Ara­gón y en catálogos de colegas. La crítica era para él otra for­ma de ‘parler peinture’ como lo era para el poscubista André Lhote, otro artista dobla­ do de crítico. Y en ocasiones, el zaragozano, gran tímido cor­dial, se ponía la máscara de ‘B. Gimeno: y escribía, en terce­ra persona, sobre… sí mismo, en su faceta de pintor. Galería de espejos… Puentes que no acaban…

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