Pintora: Carlos Cuesta
Carmen Pallarés
Octubre.
El mundo del collage -universo artístico donde no cabe todo, aunque se meta- tiene en Carlota Cuesta una autora feliz. Sus ideas y sus manos, tanto cuando las obras son pintura, cerámica, dibujo o escultura saben siempre que pueden atreverse a tener tratos con lo prohibido, porque entre su actitud y su aptitud hay un acuerdo fino. Mucho más cuando se trata de obras de collage.
Juegos no autorizados, su exposición actual, nos muestra nuevamente su maestría como compositora, quiero decir como poseedora de un saber que muchos sostenemos que es el más peliagudo en el dominio del lienzo y el papel, el de situar cada forma y figura y color en sus espacios con proporción, elocuencia, equilibrio y expresividad. Como sabemos, concierto es combate de instrumentos, es un todo conjunto y distinguido en el que si no se cuenta con noble urbanidad ninguno puede alcanzar el éxito. Si esto se olvida, únicamente, y lamentablemente, el que firma la obra corre un peligro vano y, como mucho, llega a ofrecernos solo su ambición, su ignorancia, o su arrogancia temperamental.
Esta muestra de ahora, escribe Scardanelli en el cataloguito de la exposición, es un ejemplo más de sus juegos en el taller, dibujos a línea con collages de fotografías de principios del siglo XX, intervenidas para darnos un suave erotismo en clave irónica.
Así es. Y en uno de los poemas, el que acompaña en este caso al collage Exhibición, dice Encarnación Pisonero: Su juego prohibido / es mostrarse desnudo, / sorprender y asustar, para un placer efímero.
Siempre hay una crítica en las obras de Cuesta, o casi siempre. Suele nacer de un inconformismo radical, tan radical y también tan valiente que en ocasiones pueden remitirnos al desafío del adolescente que únicamente en la intransigencia puede dar con su voz y con su piel. Pero no, pero no, porque Carlota Cuesta sabe modular esa actitud, dándole siempre la mano al humor.
La exposición pretende y consigue abrir la puerta de la galería a la inocencia de una libertad y una alegría que no obedece a unas cortapisas sin por qué. Obras sobresalientes, según mi parecer, sostienen lo que digo, obras como El virtuoso de la cometa, En dos dimensiones, y, desde luego, Piccolo Sebastián. ¡Que las disfruten!
Carmen Pallarés