Ayer tarde, día 5 de junio, en la sede de la Fundación BBVA, Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid, dentro del ciclo “Compositores de la Música Actual”, tuvo lugar el estreno de Música para una colección de artes plásticas. Homenaje a Venancio Blanco” obra original del maestro Eduardo Armenteros.
Un acontecimiento es algo que sucede, acontece, que se distingue por su relevancia. El estreno de ayer la tuvo y alta, sin embargo, hoy, la prensa- escrita o audiovisual- se ocupa de todo, incluso adunia de chismes, mas no tiene cinco líneas para referir ese milagro de belleza que ayer pudimos contemplar y escuchar unos pocos afortunados. Lo que prueba nuestra debilidad cultural y el nulo interés de los medios por la cultura, por el arte.
En la presentación intervinieron Miguel Ángel Martínez, Tomás Marco, Armenteros y Venancio. En arte, en nuestro corto y asustadizo, pazguato mundo del arte, con sólo decir Venancio, todos sabemos, sin excepción, que nos referimos al gran escultor Venancio Blanco, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y referente máximo, entre otras muchas facetas, de la escultura religiosa actual, siempre ahondando en el hecho religioso a través de su lenguaje vanguardista.
A la música compuesta por el maestro Armenteros, utilizando nuevas formas expresi-vas e interpretativas y nuevos instrumentos, acompañaba una filmación en 3D de las diferentes temáticas plásticas del maestro de Matilla. El museo religioso, que le ha consagrado Mapfre; ceras y modelos, la fundición, flamenco, retratos, tauromaquia, dibujos y grabados, forma musical, son los sucesivos asuntos que trata de recrear la partitura, con una música actual maravillosa, hermosa, profunda, sencilla, luminosa, especialmente brillante y afortunada en su vinculación al flamenco y la tauromaquia.
Si dijera que es una forma culta y laica de celebrar el gregoriano, de retar a los sentidos, de gozar con uno sonido misterioso del controlador de viento, interpretado, ¡con qué magia Dios mío!, por Andrés Gomis, acompañado en los efectos electrónicos por Fredy Valbuena, me estaría quedando corto. Para los reticentes, que son considerables, la de ayer no fue una música más, sino más música, engastando la emoción hasta abrir las ven -tanas de los sentidos, con aire fresco, culto, ordenado, armonioso, evocador.
No conozco, y ya he asistido a varios, mayor y más espiritual homenaje a la obra de un artista, Venancio en este caso, que el otorgado ayer con este concierto renovador, clásico, hondo, fino de Eduardo Armenteros. Esto es hacer cultura, con exigencia, con nivel, sin oropel. Una nueva forma de ver la escultura, de sentirla, de darla a conocer, con una pieza genial de un coetáneo nuestro, que ha sabido imbricar sonidos con melodía y cadencia, con decencia, aunando belleza y verdad, como quería Emily Dickinson.
En la Videocreación 3D, han intervenido Manuel González, Alejandro González y Luis Lorenzo, con evidente excelencia. Y sólo un pero, esos fundidos convencionales, en el último apartado, para fundir las imágenes sucesivas, estropean un trabajo cuidado y encomiable, excitante e incisivo.
Al salir, en los árboles de la Castellana y Recoletos, los mirlos se citaban para recoger-se, con un griterío jubilar intenso, que esta vez no podía competir con la magia hechicera y misteriosa de la música de Armenteros celebrando el alma del Gran Mirlo Blanco.
Tomás Paredes