EL SOL AZABACHE DE LA MELANCOLÍA

7 junio 2023

                                             

CARMEN PALLARÉS

 Pallarés, miembro de AMCA, pintora y excelente poeta, ha ejercido la crítica de arte en ABC y otros medios nacionales, acaba de publicar una novela, intensa y extensa, de una escritura brillante y un léxico profundo e idóneo, un cosmos complejo, que merece nuestra consideración y nuestro comentario.

Escribir una novela de 548 páginas, con lenguaje espléndido, vocabulario exquisito, contenido culto, elevado ritmo y denodada búsqueda de belleza es una transgresión, una provocación; una protesta contra la vulgaridad y la estulticia. Eso es lo que ha hecho Carmen Pallarés -límpida poeta, escritora, ensayista, pintora, cantante de coro vocal y experta en música clásica- escribiendo contra la precariedad.

El sol azabache de la melancolía, título de la novela, es un canto a la amistad, entre un hombre y una mujer, que se desarrolla, obsesivamente, en el marco de la actividad de una residencia para personas discapacitadas: un ambiente duro y exigente. ¿No es una oda a la melancolía, una dulce queja de un alma solitaria? Importa el qué, pero mucho más el cómo. Es un largo y generoso placer deslizar nuestro sentido por una escritura tan dúctil, tan precisa, tan mollar. Una palabra para cada sensación y cada impresión en su expresión exacta. ¡Cómo se puede escribir tan bien sin sonrojarse!

Mas, las cualidades positivas jamás son excesivas: nunca se es demasiado bueno, demasiado culto, demasiado justo, demasiado humano, demasiado limpio, demasiado sano, demasiado llano. Las cualidades negativas, sin embargo, por mínimas que sean, siempre exceden la decencia, la prudencia, la dignidad, la hombría, la limpieza, la admiración. No debería darse la veneración de un canalla, pero se da, y con frecuencia.

Pavel Vidal, pintor y poeta, traba amistad con una novelista, Maló, y tejen un mosaico de amistad, fidelidad, transparencia a lo largo de una trama misteriosa. Conozco a la autora y la identifico, o eso creo yo, con muchos sucesos de varios personajes, sobre todo Pavel Vidal, pintor-poeta, como ella. Cine dentro del cine, es decir, va explicando cómo se hace una novela al tiempo que se va construyendo la novela.

Soy lector de poesía y me cuesta la novela, pero, un canto a la lealtad, urge una visión leal. Quinientas cuarenta y ocho páginas salpicadas de citas y de acápites de Jenófanes, Eurípides, Aristóteles, Homero, Plutarco, Alceo, Sófocles, Empédocles, Arquíloco, Anacreonte de Teos, Safo, Pitágoras, Hipócrates, Orfeo, Platón, Alceo, Teognis de Megara, Epicteto, Hesiodo o Esquilo, majestuoso poeta de la antigüedad, que hizo florecer la pintura de Francis Bacon, no es un asunto baladí.

La mitología griega, la Ilíada, amén de los románticos de toda laya y condición, de los fundadores de la poesía moderna. Y no digamos nada de los compositores, en especial lo más monumentales. Y pintores y dibujantes. Carmen no puede disimular sus dotes plásticas, ni sus conocimientos de técnica y de historia del arte universal. En fin, un ambiente agridulce, pues cabe el arte diletante, vive el dolor de seres con problemas.

Un texto, que requiere de un lector especial, no necesariamente erudito, sí inteligente y con ganas de aprender, de buscar palabras, de conocer biografías, de paladear una prosa de miel perfumada de espliego, refinamiento, elegancia, hurmiento. Leer es un acto subversivo, un vicio solitario, una revolución, la única vía para preservar la libertad; leer implica elegir, al margen de lo gregario, rebelarse, buscar la luz en esta noche oscura.

El sol azabache de la melancolía es un alegato descomunal, perfecto, insistente, contra la barbarie que nos rige y atosiga, contra la deshumanización. Más allá de una novela de tesis, Pallarés ha escrito una confesión: natural, fluida, sin el objetivo de una anábasis, más bien como una catábasis personal.

El rubro da para un libro: El sol azabache de la melancolía. Cuarto verso del primer cuarteto del soneto, Desdichado, de Gérard de Nerval. En 1854, Nerval publica Les filles du feu, con un apéndice, Les Chimères, donde se ubica el soneto Desdichado, así en español. Un marbete que procede de Ivanhoe, cap. VIII, de Sir Walter Scott, donde aparece un escudo con el lema “Desdichado”.

Desde su tiempo, influyente. Y T. S. Eliot en Tierra Baldía – Tierra Agostada, como prefiere Ricardo Silva Santisteban- verso 429, introduce: Le prince d’ Aquitaine à la tour abolie”, primer cuarteto del mencionado famosísimo soneto nervaliano.

En traducción de Alejandro Bekes, el primer cuarteto:

Ese soneto, prestidigitador de sueños y emociones, ha sido traducido a nuestra lengua por Octavio Paz, hasta en tres versiones; también por Salvador Elizondo, Xavier Villaurrutia, Juan José Arreola, José Emilio Pacheco, Tomás Segovia…

No es la única ocasión en que Nerval, pseudónimo de Gérard Labrunie(1808-1855), celebrado por los surrealistas, aquel que dijo antes de Rimbaud Je suis autre, que paseaba con una langosta atada a un lazo azul, lúcido y loco, vividor y suicida, recurre a esa metáfora. En Voyage en Orient, 1851, aclara: “El sol negro de la melancolía, que derrama sus rayos oscuros sobre la frente del ángel soñador de Alberto Durero, se levanta también a veces en las llanuras luminosas del Nilo”.

Carmen Pallarés, en ese cosmos precario y de encuentros atrabiliarios, disecciona la anatomía de la melancolía, un sol de azabache, que pesa en nuestras alas, controlando o impidiendo el vuelo. Lo que pretende ser luminoso, acaba siempre en tenebrosa noche, con nubarrones y ventoleras oscuras, con sufrimientos y huidas, en una prosa triunfal, que transcurre como el agua de un riachuelo, cristalina y burbujeante, que se desliza desde la proceridad de las montañas a la proceridad del vasto y hondo mar virgiliano.

Algunos personajes dejan su ámbito de confort y se entregan a una vida alejada de sus intereses, que acaba haciéndolos otros. ¿Seríamos el resto capaces de tal hazaña? Alguno sólo hace un trabajo alimentario. Varias situaciones me recuerdan la poesía de Miltos Sachtouris, la música de Schönberg, el viaje del Alighieri.  Análisis de una amistad, que termina en suceso, en una desaparición enigmática llena de intriga.

A pesar de su densidad, cuando acaba la lectura, nos produce una especie de orfandad melancólica, porque querríamos seguir sabiendo más de estos seres, tan separados y tan unidos: Pavel Vidal y Margarita, Margot o Maló. El protagonismo es de la residencia de pacientes y sus cientos de historias; el leitmotiv por excelencia de esta novela, Abedul Ediciones 2022, es su escritura, cómo están repujadas las frases, cómo están ubicadas las palabras, cómo están esculpidos los sentimientos, cómo danzan los autores.

Carmen Pallarés pinta ordenando un aluvión de líneas en bosque arcano del que conoce todos sus senderos, sus caprichos. Y escribe trazando el mapa sutil de una melodía azul de Bob Dylan. Entre sus libros de poemas: La llave de grafito, ABBA, Caravanserai, Luces de travesía, Esgrima, Partitura adelante, Camino de mi palacio…Colecciones de cuentos y ensayos sobre arte, uno magnífico a cerca de la obra de Marta Iglesias, Un reino nítido.

Para Georg Trakl, a quien Pallarés cita, la vida del hombre no es más que un peregrinaje que finaliza con la muerte. Aquí contemplamos parte de ese viaje de muchas almas privadas de destino- otra idea de Trakl-, a través del instrumento de la melancolía que aboceta con solercia el crepúsculo del pasar de tantas almas. Porque la melancolía también es una herramienta de conocimiento, que nos hace perfilar y agudizar nuestra capacidad de percepción. No ve lo mismo un alma clarividente que un sujeto siniestro.

En El sol azabache de la melancolía – ¿podría considerarse una historia de amor perdida? –. Aquí se toma conciencia de la importancia de saber expresarse con precisión, con lisura, con idoneidad. Carmen Pallarés es una poeta diáfana, un ser de cultura, con pensamiento y por eso hace lo que no pueden conseguir otros.

En los talleres creativos a los que se alude, se discute la idea de Beuys, y se matiza: todos podemos ser creativos, no todos somos artistas. No hay arte sin creatividad, pero no toda creatividad es arte. Novela atípica, no tópica, que nos relata sensaciones y nos hace vivir emociones con una extrema elegancia, de estilo, de ambiente, de finalidad.

                                                                                                                   Tomás Paredes

Presidente H. AICA Spain

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies