El Belén napolitano. El Belén de Vitoria-Gasteiz

31 diciembre 2011
NacimientoBelen

En un  viaje por el norte a finales del pasado verano conocí la bella ciudad de Vitoria. Mi   amable anfitriona norteña, la excelente pintora Teresa Ahedo, afincada en Bilbao,  cuando supo mi intención de pasar unos  días en la Vitoria y alrededores me encareció muy vivamente que no dejara de visitar la Catedral Nueva y el Museo Diocesano de Arte Sacro cuya sede es dicha Catedral. ¡Magnífica idea! Me encantó  y muy en especial su belén napolitano, excelentemente iluminado y permanentemente expuesto en la nave de la Epístola, de manera que el visitante puede admirarlo en cualquier día del año.

Figurita-femenina-articulada-152x300BELÉN NAPOLITANO

El primer belén familiar del que tenemos noticia fue el de la duquesa de Amalfi, en 1567 y, al parecer, constaba de 107 figuras. De las casas señoriales pasó a las de los burgueses acomodados y de aquí, cuando se abarataron los materiales con los que se construyen las figuras o surgieron otros más baratos, al pueblo.
Pero si existen belenes maravillosos son los llamados belenes napolitanos: verdaderas obras de arte, no sólo el belén en sí mismo sino todas y cada una de las figuras  y elementos que lo componen.
Cada una de las figuritas  que conforman un belén napolitano es una verdadera obra de arte. Son articuladas  y se visten. El cuerpo está formado con un  armazón de alambre recubierto de tiras de estopa o lienzo. Con anterioridad a esta técnica se habían realizado figuras rígidas de madera en las que se cuidaba el aspecto de la cabeza y el de las extremidades, pero con el belén napolitano las  figuras son articuladas, lo que  les otorga  una extraordinaria movilidad y permite colocarlas en cualquier postura.
Los brazos y pies están moldeados en cerámica o en madera; la cabeza está hecha de cerámica y pintada con óleo según la encarnadura que  requiere la tez de la figura (hombre, mujer, niño; persona joven, anciana, etc.) y el color del pelo. Los ojos  están realizados en vidrio de diferentes colores. Los más reputados escultores napolitanos modelaron en sus talleres  estas cabezas.  Las dos figuras -masculina y femenina- que mostramos son del belén de Vitoria-Gastéiz.
El articulado maniquí así construido se viste después con hermosos trajes, confeccionados a medida en seda, terciopelo,  raso, algodón u otros tejidos. Se adorna con joyas auténticas en miniatura, se calza y peina a la manera del siglo XVIII.  De todos modos quien desee más  información sobre la estructura de estas figuras y los detalles que conforman su vestimenta -adecuada siempre al status social que representan- puede consultar:
http://www.lacasalingaideale.it/lezioni/presepe.htm
En resumen, su vestimenta está  calcada de la moda del siglo XVIII y reproduce la que llevaban los distintos estamentos sociales, pues todos ellos  -de los más altos a lo más bajos- están representados en el belén napolitano que, en realidad, pretender ser una recreación en miniatura de los habitantes de Nápoles y del reino de las dos Sicilias en esa época, así como de sus diversos estilos de vida.
Los paisajes palestinos se transforman en paisajes italianos, en ellos aparecen ruinas de templos clásicos para albergar la escena del Nacimiento del Niño Jesús pero las calles y edificios -panadería, taberna, herrería, etc.- intentan reproducir  la  ciudad de Nápoles en el XVIII. Naturalmente la gente de Judea se transforma en  napolitana.
Aparecen también en los belenes napolitanos numerosos animales, muchos de ellos exóticos en el siglo XVIII.
Abundan  también representaciones de cacharros y utensilios de la vida diaria, sin olvidar hermosas vajillas en miniatura que adornan las bien servidas mesas, ni tampoco  las frutas y verduras realizadas en arcilla o en cera. Todo ello contribuye a que los belenes napolitanos alcancen altísimas cotas de refinamiento y belleza
Otra característica que quizás sorprenda al visitante poco experto en este tipo de belenes es ver al rey “negro” transformado en este caso en sultán turco.
Hay que resaltar que la perspectiva del conjunto de consigue utilizando figuras de diferentes tamaños.

 

Figurita-masculina-articulada.-Vitoria-153x300AUGE DEL BELÉN NAPOLITANO: CARLOS VII DE NÁPOLES

 

En los siglos  XVII Y XVIII se produjo un fuerte desarrollo del belenismo. Las imágenes que antes eran rígidas (años 1500-1620) se hacen flexibles con el procedimiento que más arriba hemos indicado. Con el barroco se impulsó de forma definitiva la realización de belenes.
En el siglo XVIII la ciudad de Nápoles se puso en cabeza: allí se creó una escuela incomparable en cuanto a belleza, detalle y meticulosidad en  las figuras.  Mucho tuvo que ver en ello el  Carlos VII de Nápoles y Dos Sicilias.
Este ilustrado rey se interesó mucho por el  arte del belenismo y lo impulsó decididamente. La aristocracia secundó la idea. Como consecuencia en Nápoles proliferaron extraordinariamente los belenes  y surgieron importantes imagineros belenistas.
Allí se comenzaron  a construir las figuras articuladas.  Incluso la Real Fábrica de porcelana de  Capodimonte se puso al servicio de los encargos que las diferentes escenas del belén  requerían.
Lo mismo ocurrió con escultores, los más reputados  se dedicaron a modelar en sus talleres cabezas para los  protagonistas del Misterio y para los ángeles,  pastores, gente el pueblo, turcos, etc.
Los grandes orfebres de la corte  hicieron miniaturas de joyas auténticas para adornar las figuras  que representan  personajes de la clase social alta.
Los artesanos que  se dedicaban a la confección de trajes, hicieron réplicas en miniatura  de las vestimentas habituales de las diversas clases sociales. Esos trajes a veces, para dar más verosimilitud a la escena, llevan un  finísimo alambre en los dobladillos y los pliegues para realzar la caída natural de la tela y para dar volumen  a las vestimentas.
Ningún artista ni artesano de la ciudad quedó al margen de la actividad belenística.
Todo Nápoles desde el día de la Inmaculada -8 de diciembre- hasta el día de la Candelaria -2 de febrero- vibraba en torno a los belenes pues constituían un exponente le la riqueza y el buen gusto de las familias.
Hay que recordar que el rey Carlos VII de Nápoles y Sicilia, gran impulsor de las  artes belenísticas, era un príncipe español: fue  tercer hijo del rey de España Felipe V de Borbón y el primero que tuvo su segunda esposa, la culta princesa italiana Isabel Farnesio, duquesa de Parma, Piacenza y Toscana.
Isabel Farnesio, consciente de que sus hijos no heredarían el trono de España (el rey tenía dos hijos de su primer matrimonio), hizo todo lo posible por recuperar la perdida influencia española en Italia con el fin de   colocar allí a su descendencia.
El mayor de sus hijos, Carlos, heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Piacenza y Toscana (1731). Más tarde, al conquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735), Carlos, ya con el nombre de Carlos VII, pasó a ser  nombrado rey de aquellos territorios.
El rey Carlos cuando contaba 22 años de edad, contrajo matrimonio con María Amalia de Sajonia -14 años- hija de Federico Augusto II, duque de Sajonia y Lituania y después rey de Polonia. Hasta la muerte de la reina, un año escaso después de su llegada a Madrid como nuevos reyes de España, formaron un bien avenido y prolífico matrimonio.  Se dice que la propia M. Amalia y las damas de su corte napolitana cosían y bordaban  ropitas que adornaban después las figuritas del Belén del palacio.
Cuando  en España murió  el rey Fernando VI (segundo hijo de Felipe V, el mayor -Luis- murió muy pronto, en vida del rey Felipe), Carlos  -hijo mayor de Felipe V e Isabel de Farnesio, su segunda esposa- fue nombrado rey de España. Era el año 1759. Abandonó Nápoles y se convirtió en nuestro  rey Carlos III, al cual Madrid tanto debe.  Meses después de llegar a España, en septiembre de 1760, murió la reina. El rey Carlos nunca volvió a casarse.
Este rey introdujo el belén napolitano en España. Él  ordenó realizar el llamado Belén del Principe, creado por encargo suyo en los talleres napolitanos y en la fábrica de cerámica de Capodimonte. Este belén, desafortunadamente, se dispersó con el paso del tiempo en diversas colecciones. Las figuras que se conservaban en Palacio Real tenían un estado de conservación no  demasiado bueno. En 1987 se llevó a cabo una restauración que incluía el tratamiento de las figuras, de las telas y de los distintos accesorios. En el año  2002 Patrimonio Nacional encargó  la  realización de algunas piezas a  talleres napolitanos que continúan elaborando figuras a la manera  tradicional del siglo XVIII. En la actualidad se  suele exhibir en el Palacio Real de Madrid en Navidades para goce y disfrute de quienes amamos este arte.

 

EL BELÉN DE VITORIA-GASTEIZ

 

Está formado por 56 figuras, de las cuales son humanas 38.
Las 38  figuras humanas pertenecen a distintas razas y diferentes clases sociales, sus vestimentas y ornato se corresponden con estas diferenciaciones. Las figuras están realizadas en diferentes escalas: el Misterio, los ángeles y los reyes magos son las de mayor tamaño (de 40 a 45 centímetros); otras figuras tienen entre 30 y 25 centímetros,  hasta llegar a algunas figuras de 20 centímetros (se colocan al fondo, en lo que equivaldría al horizonte y comunican sensación de lejanía). Debido a todo esto al instalar diversas escenas del belén en diferentes tamaños se produce sensación de profundidad y de perspectiva.
Las restantes figuras (18) son de animales, importantes en los belenes napolitanos, como  quedó dicho arriba.
También cuenta este belén con gran número accesorios (de “finimenti” en terminología napolitana): joyas, herramientas, etc., fabricados en diversos materiales, que contribuyen a enriquecer el espectáculo que ofrece.
Las piezas de este belén fueron adquiridas en Italia.  En los años 50  fue donado a la diputación de Álava por D. Félix Alfaro Fournier,  nieto de Heraclio Fournier, fundador de la empresa de naipes del mismo nombre.   Se instaló en el Museo Provincial de Álava.
En el año 2003, tras haber sido limpiado y restaurado fue colocado en la nave de la Epístola de la Catedral de María Inmaculada o Catedral Nueva -estilo neogótico,  cinco naves (la central de 35 mtrs de altura), con exterior más sobrio que el resto, dado que  las torres y el cimborrio  del proyecto original no llegaron a ejecutarse-, actual  sede del magnífico Museo Diocesano  de Arte Sacro.

M. DOLORES GALLARDO LÓPEZ

 

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