Dar la noticia de que un autor español se consagra más allá de nuestras fronteras es verificar esa aspiración a que la aportación artística nacional sea protagonista indispensable para entender y apreciar su papel en el ámbito internacional. Que estas dos obras realizadas en Shangai hayan entrado en una institución china de prestigio culmina por el momento una trayectoria de la que podría decirse lo mismo que Aldous Huxley a propósito de Brueghel, que “todo buen pintor inventa una nueva manera de pintar”.
En el caso concreto de este artista, sus abstracciones tridimensionales, que ya no quieren amoldarse a ningún marco que las constriña, y sus sustancias acuosas, sutilmente coloreadas, demuestran que algunas obras de arte constituyen un todo con un principio pero sin un fin, expresando su condición de rebeldía y obligando al creador a seguirlas, a darles vestiduras voluptuosas, líneas de movimiento, y hasta una metafísica con la que encarnarse en una construcción sin descanso, pues no hay tiempo detenido.
Gregorio Vigil-Escalera