El pintor Ángel Salamanca Ortega (Cuellar, Segovia, 1938) ha recibido un homenaje en la Casa de Ávila en Madrid, por su trayectoria como artista y docente en la cátedra de Dibujo.
En el acto intervinieron el presidente del Hogar de Ávila, Agapito Rodríguez Añel; la directora del Aula de Arte, Rosa María Manzanares; la crítica de arte Julia Sáez-Angulo y el secretario de la casa, Roberto Llorente. Entre los numerosos asistentes estuvo presente el presidente de AMCA, Tomás Paredes y el secretario de las Reales Academias de la Lengua Española, el cubano Humberto López Morales.
Ángel Salamanca, que terminó sus estudios de Bellas Artes en la Academia de San Fernando en 1969, comenzó a exponer dibujos, retratos y paisajes. En esta década en los 70 viajó a Puerto Rico donde ejerció la docencia en la Universidad de Bayamón y de Ponce. Allí hizo el retrato del violoncelista Pau Casals y del directivo Humberto López Morales.
En el 80 sacó la cátedra de Instituto donde ha impartido clases de Dibujo y Descriptiva. Ha sido jurado de numerosos premios de arte, entre ellos el de Pintura al Aire Libre en Ávila. El dibujo es para él la captación visual de la forma y expresión genuina, caligráfica del autor. Ángel Salamanca reconoce su admiración por Max Beckman.
“Misterio de las Cosas”
Le ha gustado experimentar con rojo y negro; habla del misterio de las cosas, de la expresividad de la materia. “Uno focaliza un bodegón o un rincón, porque quiere poner de manifiesto la cara oculta de aquella visión. Hay siempre un juego entre lo visible y lo invisible. El cuadro tiene que transmitir algo más que una copia fría”. “El color es un componente semántico que se añade a la obra artística”, dice el pintor.
Como grabador entusiasta ha practicado sobre todo la punta seca y el aguafuerte; también el linóleo y alguna litografía. Confiesa que le gusta estar atento al aprovechamiento de las luces en el soporte y con el pigmento oportuno.
En sus “Reflexiones para un realismo en la Pintura”, Ángel Salamanca dice: “La autorreflexión le lleva al pintor realista a recrear su mundo personal, su “yo” y para ello se vale o bien de la memoria o del recuerdo o de sus experiencias vividas, soñadas o imaginadas (Surrealismo) y de esta manera el artista nos ofrece su peculiar mundo subjetivo”.
“Un componente muy especial del verdadero realismo es su “unicidad” es decir lo que el objeto dibujado o pintado tiene de “único”, de “personal” e “intransferible” en su apariencia física (identidad)”, añade el pintor.
Julia Sáez-Angulo
Imagen: Tres gallinas, óleo sobre lienzo, de Ángel Salamanca.