Benito de Diego
CENTRO CULTURAL ALFREDO KRAUS.
Glorieta Pradera de Vaquerizas, 9. Madrid
“El Rey Rojo forma parte de mi sueño, pero también es cierto que yo formé parte del suyo”, dice Alicia perpleja, a través de Lewis Carroll, después de haber salido del espejo. De forma similar, las pinturas y los dibujos de Amanda parecen ser realizados después de haber penetrado, a través del espejo, en un mundo onírico y artificioso, en el que lo que se ve puede ser lo que se distingue sensitivamente o formar parte de otro sistema o universo ideal del que la artista ha formado parte.
Sin duda alguna, Amanda, (Amanda García Recellado, Madrid, 1974) es una surrealista esencial, que, como Dalí, puede decir “lo que considero genial es mi visión, no lo que en realidad ejecuto”, lo que no obsta para que Amanda haya de ser reconocida por su talento y solercia, tanto para la realización de dibujo, como de pintura.
En efecto, los cuadros de Amanda presentan en su lenguaje formal una cuidada estructuración de sus complejas y armoniosas composiciones, realizadas con enorme limpieza, sobre un dibujo de trazos seguros y generosa paleta, que dotan a sus cuadros de un esplendido cromatismo, en el que se basa gran parte de su atractivo. Sus dibujos a rotulador son asimismo muestra de su gran capacidad para la expresión plástica de esta artista mediante esta técnica.
Pero además, Amanda, que es poseedora de una sólida formación artística y académica, es el prototipo del nefelibata: soñadora que anda por los mundos siderales, buscando tipos o más bien arquetipos, que expresen sus pensamientos e ideales de persona “paciente, observadora, inteligente, intuitiva y poseedora de un mundo muy personal”, -como M. Ruiz Berrio la define-, sobre el mundo en que vivimos, sus contradicciones y los sapos, o dragones, que cada día hemos de tragar.
Porque los cuadros de Amanda contienen una total carga simbólica, que se nos va haciendo patente a medida que escrutamos cada uno de los personajes y objetos que se representan en sus cuadros, si bien cada una de las obras está concebida desde una visión holística de la misma, de forma tal que cada detalle explica mucho del significado de la obra, pero sólo se alcanza su total compresión, cuando se ve y analiza formado parte de un todo inseparable, ya que cada cuadro desarrolla una diégesis pictórica de unos hechos, que se desarrollan al otro lado del espejo o, si se quiere, en un país de las maravillas, que la artista pone a nuestra consideración.
BENITO DE DIEGO GONZÁLEZ
Miembro de la Asociaciones Internacional,
Española y Madrileña de Críticos de Arte
www.domusdidaci.blogspot.com.es
03/03/2015